Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1886 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 3 de diciembre de 1886
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 77, 1861
Tema: Interpelación sobre la política seguida por el Gobierno durante el interregno parlamentario

Si hubiera yo de seguir en el camino que ha emprendido el Sr. Romero Robledo, me parecería muy poco lo dicho, no habiéndome dirigido antes a S.S., para dirigirme ahora; porque después de las palabras que han pronunciado respecto a este Gobierno juzgándolo en sus relaciones con los demás partidos, sobre todo en sus relaciones con el partido republicano, o esas palabras no quieren decir nada, son una tontería, o envuelven la acusación de que nosotros faltamos a nuestro deber, es decir: o son una tontería, o son una grandísima injuria. (El Sr. Celleruelo pide la palabra). ¿Qué ha querido decir el Sr. Romero Robledo? ¿Que estamos en convivencia con los republicanos para dejar caer la Monarquía y entregarles la situación? ¿Ha querido decir esto? Pues si no lo ha querido decir, ¿por qué lo ha indicado? (Aprobación).

Tenemos, pues, que el Sr. Romero Robledo, para justificar que se ha estado duro con él, cuando a él no nos hemos dirigido, se duele que le hayamos llamado despechado. Pues aunque hubiera sido dirigida esa palabra a S.S., ¿podrá considerarla como una injuria cuando tantas otras más graves nos ha dirigido S.S.? ¿Qué menos podríamos decirle después de lo que hemos venido sufriendo a S.S. con paciencia, que cierto es debe existir en este banco, pero sin excluir a la justicia que debe venir de ahí, porque para que se os haga justicia desde aquí es necesario que empecéis por hacerla desde ahí?

Conste que yo, cuando me refiero a cierta clase de cuestiones graves, no cito personas; y ahora le voy a manifestar a S.S. una cosa, y es, que por no decirle las cosas graves que merece en contestación a su muy grave, pero aún más inexacto discurso, no he contestado todavía a S.S., porque estoy dispuesto a no seguirle en ese camino; pero también estoy resuelto a no dejar pasar como inadvertidas ciertas cosas, aunque vea impasible que pasan otras de S.S. que, tratándose de otros Diputados, quizá no dejaría pasar sin respuesta.

Yo no me he dirigido a personalidad alguna, a ningún grupo ni a partido alguno; yo he formulado una hipótesis que está en lo posible. ¿Es que no ha habido nunca ningún hombre político que se haya dejado llevar de pasiones personales? ¿No lo ha habido jamás? ¿No lo puede haber hoy? Pues bastaba esto para mi argumentación y para establecer la hipótesis. Pero es más; ¿cómo S.S. se atreve a decir que en estas lides y en estos debates no se puede atribuir a uno móviles personales, cuando todos los días está su señoría atribuyendo a esos mismos móviles los actos del Gobierno? ¿Pues no me está diciendo a mí todos los días que estoy en este puesto por la afición que tengo al Poder, y porque no alimento otros ideales que los de mantenerme en este banco? ¡Es claro! Para S.S. lo que dice S.S. no vale nada; pero en cambio vale mucho lo que decimos los demás, aunque sea en propia defensa. (Muy bien).

Pues éste es un cargo gravísimo que no se le puede dirigir a ningún hombre público, si ha de ser digno de ocupar este puesto; con ese cargo injusto se le quita todo prestigio, toda autoridad. Aquí no se viene más que para servir a la Reina y a la Patria, y cuando se viene por otros móviles, se viene indignamente. ¿No es un cargo el decirme todos los días que estoy aquí sujeto únicamente por móviles personales, y porque no tengo más ideales que ocupar este puesto? ¡Y esto me lo dice a mí S.S.! Señores Diputados, ¿qué me importa a mí el Poder, personalmente hablando? ¿Para qué quiero yo el Poder? ¿Qué voy a sacar yo del Poder? Yo, que he consumido los mejores años de mi vida en el Poder o cerca de él; yo, que hace cerca de veinte años vengo ocupando al fin, las más altas posiciones del Estado; yo, que he llegado a cuanto puede aspirar un hombre en un país regido por el sistema constitucional; yo? ¿qué voy a encontrar ya en el Poder y mucho más en este país, y mucho más con oposiciones como la que S.S. dirige, como no sea desengaños, sinsabores y disgustos? (Muy bien, muy bien). ¿Para qué quiero yo el Poder? No; si yo continúo en este puesto, no es por interés alguno personal, sino por intereses más nobles y más elevados, por el interés del Rey, por el interés de la Reina y por el interés de la Patria; porque es necesario estar ciego para no ver, que en este país, dadas las condiciones excepcionales por que atraviesan todas las Naciones, sin la Monarquía no habrá paz, ni habrá libertad, ni habrá Patria. He concluido. (Muy bien. -Grandes aplausos). [1861]



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